Aunque varios expertos han afirmado que la procrastinación es irracional porque la mayoría de las personas evitan hacer cosas que saben que van a salir mal, lo cierto es que este aplazamiento refleja la incapacidad que tenemos para manejar estados de ánimo negativos respecto a una actividad específica. Desde labores complejas como redactar un informe corporativo hasta labores menos pesadas como las actividades caseras, el panorama es tan abrumador para quien lo vive que no se percata de que no solo es un tema de tiempo, se trata de una indebida gestión de las emociones.
Fuschia Sirois, una profesora de Psicología de la Universidad de Sheffield habló de un cuerpo de investigación que se dedica a analizar los pensamientos constantes y los sentimientos de culpa que podemos llegar a tener gracias a la procrastinación, estos son conocidos como Cogniciones Procrastinatorias, que suelen exacerbar la angustia y el estrés, e irremediablemente, contribuyen a que se procrastine mucho más.